domingo, 15 de mayo de 2016

Crítica de La bruja de Robert Eggers

Crítica de La bruja de Robert Eggers























La bruja


Cercado por imágenes de impacto completamente gratuitas, burdos sustos y una simplificación de sus recursos internos verdaderamente pueril, el cine de terror ha acabado por convertirse en una amorfa amalgama de trillados recursos que se van repitiendo película tras película de manera casi clónica. La desnaturalización de su esencia ha provocado que sean muy pocas las piezas importantes que el género haya ofrecido desde su último periodo verdaderamente significativo: los años setenta. Por ello mismo resulta tan importante la aparición de una película como La bruja (The Witch, Robert Eggers), cuya trascendencia (al igual que sucedió el año pasado con It Follows) es tan capital que corre el peligro, paradójicamente, de convertirse en un film-isla. En una obra condenada a nacer y morir en sí misma debido a que los derroteros del género no parecen tener los objetivos que apunta esta ópera prima de Robert Eggers.


Del Benjamin Christensen de La brujería a través de los tiempos al Carl Theodor Dreyer de Vampyr y Dies Irae, pasando por la dimensión paisajística de Andrei Tarkovsky y la profundidad psicológica de Bergman, La bruja expone sus referentes cinematográficos personalizándolos convenientemente y sin olvidar, jamás, la influencia pictórica de Goya, especialmente, en su turbadora secuencia final. Formalmente, la propuesta de Eggers es apabullante. Atmosférica, inquietante. Por momentos enloquecedora debido a lo que se atisba dentro de ella y que jamás se expone de manera evidente. La bruja se construye a partir de lo implícito, de lo que queda fuera de campo. De lo que se atisba a través de los diálogos y de las actitudes de sus personajes. Pero, sobre todo, a partir de una puesta en escena que no hace concesiones. Que embarca al espectador en un cosmos telúrico que deriva, a través del desquiciamiento psicológico de sus protagonistas, en un conjunto espectral que juega con una ambivalente idea de la esencia del Mal.

"La bruja se construye a partir de lo implícito, de lo que queda fuera de campo. De lo que se atisba a través de los diálogos y de las actitudes de sus personajes". 

¿Es el integrismo religioso el causante de la degeneración de unos seres que acaban autodestruyéndose? ¿Son las flaquezas internas de cada uno de ellos –los deseos incestuosos, los celos, la inseguridad, el sentimiento de culpa- lo que causa dicha deriva? ¿El aislamiento, la escisión de una colectividad en la que no tienen cabida? ¿O el Mal verdaderamente existe y todos debemos vencerlo purificándonos en un orgiástico aquelarre? Esta obra maestra plantea todas estas cuestiones sin dar respuesta a ninguna de ellas.

Lo mejor: Su estremecedor ambiente
Lo peor: Que se espere de ella que solo sea una película de terror



2 comentarios:

  1. Hola María José. Traslado, como por coma, el comentario que he hecho a los amigos de Shangrilá, que ponderan en el filme de Eggers, similares elementos a los que destaca Joaquín, a los que se valoran en todas las críticas que hasta ahora he leído. Repito que me parece un filme estimable, formalmente destacable, pero que me ha dejado un no se qué de insatisfacción. Aquí apunto a algunas causas probables:

    "Quizá el mayor defecto de "La bruja" sea esa misma sobriedad, junto a la pulcritud neoclásica de su escritura. Me funciona como experiencia estética, pero echo en falta una mayor honestidad en el abordaje de los motivos humanos, ¡ay!, demasiado humanos, que anudan el conflicto. No sé, pienso en R. Zombie, pienso en Von Trier y "La bruja" me sume en la añoranza de lo que pudo haber sido, de haber sido menos "sobria", de haber sido menos elegante, de haberse internado con más coraje en el bosque problemático del fantasma masculino, de haber abordado una genealogía del Mal con el concurso del símbolo, el mito, el pecado y la culpa, para domiciliar la responsabilidad en un origen ajeno: siempre la mujer, como víctima propiciatoria."

    Apostillo que, hace años, mis años de militancia en las poéticas clásicas, todo ese juego de sugerencias, me hubiera fascinado. Ahora, me parecen más interesantes aquellas propuestas que rasgan la "pantalla protectora", que diría Foster en "El retorno de lo real", que me incomodan y obligan a una confrontación con lo problemático. Y ahí, la propuesta de "La bruja" se queda en un amable producto que a lo más que llega es a plantearnos falsas cuestiones desde su "ambigüedad" narrativa.
    Saludos.

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  2. Hola Marco, muchas gracias por el comentario, siempre es muy edificante la confrontación en la crítica o más que eso, el pensar diferente, cuestionar como el director construye un discurso narrativo. Yo aún no puedo opinar porque estoy pendiente de verla, pero dado como está el panorama de las películas de terror, el simple hecho de encontrarte con un producto que juegue en otra liga y no vaya al susto fácil, me parece muy encomiable.

    Un abrazo!!!

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