sábado, 3 de mayo de 2014

Pompeya: De cómo Paul W.S Anderson hizo una de Roland Emmerich


GLADIATOR MEETS TITANIC Ó DE CÓMO PAUL W.S. ANDERSON HIZO UNA DE ROLAND EMMERICH

Por Julio César Agudo 

Estaremos de acuerdo en que "una de romanos" necesita de unos ingredientes comunes como puede ser un senator malvado y una guardia pretoriana implacable. Tampoco puede obviar la estratificación social con una clase noble decadente y esclavos ansiosos de libertad. Y en definitiva, ha de mostrar la grandeza y fragilidad de ese vasto Imperio que un día fue Roma. 

Posiblemente la base del “cine de catástrofes” (disaster movies) es la seguridad previa del ser humano en su condición de arrendatario vitalicio de la Tierra y su visionaria condición del progreso. Solo así se entiende la despreocupación de los concejales de Dante´s Peak (Roger Donaldson, 1997) o la confianza de los pasajeros en el Titanic (James Cameron, 1997). ¿Pero qué ocurre cuando el director de la saga Resident Evil, quien había tratado con extrema rigurosidad (modo sarcasmo on) el periodo histórico narrado por Dumas en su versión de Los Tres Mosqueteros (2011), aspira a Ridley Scott o James Cameron, pero toma el atajo de Roland Emmerich? Pues que aparece un Leviatán, un monstruo mitad peplum mitad disaster movie, que, dicho sea de paso, se queda más cerca de la catástrofe…

Para empezar, y salvando las distancias entre Kit Harington y Russell Crowe (y sus respectivos doblajes), el ascenso desde gladiador de Tercera Regional hasta jugar la Champions de las arenas ya está visto. Como lo está que te llamen por tu lugar de origen, solo que “Hispano” alude a una entidad geográfica delimitada que coincidía con la división provincial romana, mientras que “Celta” es un término genérico e impreciso (pues “pueblos celtas” podían encontrarse en cualquiera de los límites del Imperio). Del mismo modo, Gladiator nos trajo al esclavo negro, rival en la arena y compañero fuera, de fuerte conexión espiritual con el protagonista. Los guionistas de Pompeya han querido continuar con esa tradición no escrita, como incluir ciertos clichés de la representación de los Juegos en el anfiteatro. 
Kit Harington a mí!


No todo iba a ser Gladiator. Salvo el reborn del peplum de Sir Ridley Scott, otros filmes posteriores que pueden adscribirse al género, como El Rey Arturo (Antoine Fuqua, 2004), La última legión (Doug Lefler, 2007), Centurión (Neil Marshall, 2010) o La legión del águila (Kevin Macdonald, 2011) tienen en común que, parte o la totalidad de la acción se desarrolla en Britania. Curiosa la importancia que guionistas, productores y directores otorgan a un territorio cuya romanización fue escasa y que pasó bastante desapercibido para los historiadores de la época. 

Así las cosas, y mientras somos testigos de corruptelas en Pompeya D'Or con proyectos de recalificación de terrenos para levantar un nuevo circo en la ciudad, y asistimos incrédulos a la representación de los pompeyanos como ciudadanos altivos y ajenos a Roma (Campania, “el granero de Roma”, llevaba bajo control de la República Romana desde el fin de las Guerras Samnitas, unos cuatrocientos años antes de los hechos narrados en la película), personajes estereotipados y planos se presentan en sus quehaceres habituales, ajenos a la tragedia natural que acecha.
Me ha tocado ser el malo, qué se le va a hacer
Para cuando el Vesubio empieza a escupir lava, las cartas están ya sobre la mesa, y la destrucción provocada por el volcán, así como las carreras de la despavorida población pompeyana, tan solo son estorbos, meros escenarios, donde transcurren escenas de acción visualmente bien resueltas. Como trasfondo, ese amor imposible interclasista, que lo mismo te separa varias plantas en un trasatlántico que te une en medio de una erupción. Cuán caprichosos son los Dioses!!

Lo mejor: Tal vez el mayor mérito de la película es que los decorados no parecen de cartón piedra. Hay mucho CGI, pero está bien resuelto y la representación de la ciudad y la catástrofe es, cuando menos, espectacular. Ciertos efectos en 3D son resultones.

Lo peor: El cartón piedra lo han dejado para los intérpretes. Personajes planos y estereotipados. Al menos Kiefer Sutherland parece reírse de sí mismo. El resto declama con gravedad a pesar de que en ningún momento consiguen transmitir empatía alguna. Todas las lágrimas del peplum se quedaron en la arena del Coliseo mientras recogían el cuerpo inerte de Máximo Décimo Meridio. Lo peor para el que, además de palomitas, busque cierto rigor histórico es que Anderson y todo el cast han ido pavoneando por los medios especializados que se han rodeado de consultores, asesores, historiadores… ¿En serio? ¿Para esto?

Mención especial 1: Paul W. S. Anderson sin Jovovich. Quizás hubiese sido demasiado ver a la ucraniana dando volteretas y decapitando romanos cual Boudica, reina guerrera de los icenos.

Mención especial 2: ¿Qué ha sido en el montaje final de Strigana, la suma sacerdotisa que iba a ser interpretada por nuestra Paz Vega? ¿Hay imágenes del rodaje? ¿Llegó siquiera a acudir al set?



3 comentarios:

  1. A mí la película me sorprendió positivamente... pero tan sólo porque no esperaba nada de nada. Es una especia de mezcla cutre entre Gladiator y Titanic... Y, por cierto, yo también estuve buscando a Paz Vega durante todo el film! Lo gracioso es que sale en los créditos, pero no hace nada de nada... Una pena, porque quizá habría sido algo de interés entre tanta interpretación de cartón piedra ;) Un saludo.

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    1. A veces las mezclas cutres tienen mucho encanto, y quizás por eso te haya gustado. Y lo de Paz Vega en Hollywood sigue siendo un misterio sin resolver, aunque mira que empezó bien, en cualquier caso no es nada fácil y habiendo ya una española como Penélope allí a la que adoran, creo que es difícil que se haga un hueco.

      Saludos!!

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  2. Eliminaron todas las escenas de Paz Vega, asi que para verla, hay que ir a los extras

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