Houston tenemos un problema, eso es lo que exclamé yo cuando vi que en los cines de mi ciudad no había opción de ver Gravity en 3D. Había leído previamente que esta vez su uso sí merecía la pena -no solo porque la película de Cuarón se concibió desde un principio para rodarse en tres dimensiones, y no ha sido reconvertida en postproducción como sucede con otras- sino también, porque Gravity se presta a ello. Imagino que gracias al 3D uno puede experimentar de un modo más hermoso la inmensidad del espacio y la calidez de la Tierra; sentir la inquietud hacia lo desconocido, y hasta tocar las lágrimas del sufrido personaje de Sandra Bullock, la auténtica protagonista de esta odisea espacial. Pero basta ya de quejas, y hablemos de Gravity, y de todo el cine que se esconde en sus 90 minutos.
