jueves, 14 de agosto de 2014

Chef; cocinar en tiempos de Twitter


No hace falta que Jon Favreau nos descubra que la cocina está de moda. Basta encender la televisión para ver cómo han proliferado los realities y programas que transcurren entre fogones. Pero esta fiebre por lo culinario y el buen comer traspasa la televisión. Los blogs de cocina ya llevan tiempo entre nosotros, al igual, que la fiebre por instagramear aquello que comemos, ensalzando siempre el lado más estético de los alimentos. 

Y se preguntarán, ¿por qué me habla de esto? Pues, porque, en  #Chef, los medios sociales, sobre todo Twitter, juegan una baza relevante. De hecho, esta comedia serviría para ilustrar un caso de pérdida de reputación en la red y cómo es posible revertir esta situación. Quizás sean estas reflexiones acerca de la identidad digital, el aporte más fresco y original del nuevo trabajo de John Favreau, director de las dos primeras partes de Iron Man. Un filme de corte familiar con el que el estadounidense regresa a un cine más modesto, alejado de aquellas superproducciones que le han hecho más popular. 

Pero pongámonos en situación, en #Chef, Jon Favreau es el jefe de cocina de un restaurante francés que está harto de cocinar siguiendo las directrices de su jefe, un Dustin Hoffman al que no se exprime demasiado y que, como ocurre con otros miembros del reparto (Scarlett Johansson o Robert Downey Jr.), parece estar ahí para hacerle un favor a un amigo, y de paso, dar brillo al elenco. Carl que así se llama el protagonista, quiere innovar en los fogones pero Riva (Hoffman) no está dispuesto a perder clientela por eso. A este enfrentamiento se le une un distanciamiento con su hijo de 10 años y una crisis en Twitter ocasionada por las malas críticas vertidas sobre él por un famoso bloguero gastronómico (Oliver Platt). Su torpeza a la hora de gestionar esta crisis (en contraste con la asombrosa gestión de las redes sociales de las que hace gala su vástago) provoca que el asunto se le escape de las manos y en consecuencia, tenga que replantearse su futuro. Animado por su ex-mujer (Sofía Vergara) decide emprender un negocio de venta de comida en un camión ambulante. A este viaje de resurgimiento y redención personal, se le unen su hijo Percy (Emjay Anthony) y su amigo Martin (John Leguizamo).

El resto de la historia, aderezada con mucha música cubana, algún que otro tópico y bocadillos salidos del programa "Crónicas Carnívoras", incide de manera sutil y sin caer en sentimentalismos en la relación renacida entre Carl y Percy. Entre carretera y manta, y acompañados por el simpático personaje de Leguizamo, aprenderán lecciones el uno del otro; el más pequeño, sobre el valor del esfuerzo y el mayor, sobre humildad y nuevas tecnologías, lo cual nunca viene mal. 

De visionado ligero y digestión rápida, #Chef, no arriesga ni en lo formal (salvo por la manera de incorporar los tuits en la pantalla) ni en lo narrativo, pero tiene momentos divertidos gracias al carisma de Favreau. Eso sí, no esperen una película en la que salgan relamiéndose, como en la excepcional y refinada El festín de Babette. Aquí no hay toques de cocina de autor y casi todo sabe a precocinado, pero qué quieren que les diga, a veces tenemos ganas de fast food

Lo mejor: Su incorporación al relato de los medios sociales y las nuevas tecnologías (uno de los mejores gags es el del policía loco por los selfies). El trío: Favreau, Leguizamo y el niño (este último más soportable que en películas de corte similar). La escena de Robert Downey Jr. El personaje del crítico culinario, extrapolable a los críticos de cine. 

Lo peor: Su final, precipitado y tradicional, por no decir conservador. Los personajes femeninos, demasiado planos. Su excesiva duración.

Preguntas sin respuesta: ¿En serio crees, Jon Favreau, que vamos a creernos que tu personaje estuvo casado con  Sofía Vergara y tiene por amante a Scarlett Johansson? 




1 comentario:

  1. Hola!

    Esta peli la vi hace unos días. Coinicido contigo en muchas cosas de las que dices. A mí me gustó mucho más lo que pensaba. Me encantó esa relación padre-hijo, del que aprenden el uno del otro. Todo esfuerzo tiene su recompensa.

    ¡Saludos!

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