jueves, 14 de agosto de 2014

Chef; cocinar en tiempos de Twitter


No hace falta que Jon Favreau nos descubra que la cocina está de moda. Basta encender la televisión para ver cómo han proliferado los realities y programas que transcurren entre fogones. Pero esta fiebre por lo culinario y el buen comer traspasa la televisión. Los blogs de cocina ya llevan tiempo entre nosotros, al igual, que la fiebre por instagramear aquello que comemos, ensalzando siempre el lado más estético de los alimentos. 

Y se preguntarán, ¿por qué me habla de esto? Pues, porque, en  #Chef, los medios sociales, sobre todo Twitter, juegan una baza relevante. De hecho, esta comedia serviría para ilustrar un caso de pérdida de reputación en la red y cómo es posible revertir esta situación. Quizás sean estas reflexiones acerca de la identidad digital, el aporte más fresco y original del nuevo trabajo de John Favreau, director de las dos primeras partes de Iron Man. Un filme de corte familiar con el que el estadounidense regresa a un cine más modesto, alejado de aquellas superproducciones que le han hecho más popular. 

martes, 12 de agosto de 2014

Carta de despedida a Robin Williams

"Querido Robin Williams, te nos has ido así de imprevisto un día de agosto, un mes que debe tener algo especial para que fallezcan tantas estrellas (Marilyn Monroe, Richard Burton…). Según parece, has decidido dejar voluntariamente este mundo a causa de una profunda depresión. Pero no quisiera escribirte de algo tan gris y regodearme en las causas de tu muerte, eso dejémoslo para otros. Prefiero recordarte con alegría, como ese actor bajito (aunque medías 1,70), con cara de bonachón (aunque fueses un excelente perturbado en Retratos de una obsesión), que lograba con sus interpretaciones transmitirte la magia del cine. Sabías hacernos reír con tu histrionismo y tu facilidad para poner diferentes voces, pero también, como ocurre con los buenos actores, podías ponernos el corazón en un puño bien fuera entonando un poema, poniendo buena cara a una maldita guerra o intentando despertar a la vida a un grupo de enfermos por el que nadie daba ni un céntimo. 

Con tu mirada azul y tu sonrisa (la viva imagen de la felicidad) conquistaste a varias generaciones de espectadores, especialmente a los que como yo nacimos en los 80. Llegaste a niños, a jóvenes que sueñan con cambiar el mundo y también a los adultos más faltos de fantasía, como ese Peter Pan que interpretaste y con el que regresamos a Nunca Jamás. Siempre fuiste como un niño grande, quizás por eso te iban tan bien papeles de un adulto que se resigna a crecer del todo. Coppola le dio la vuelta a esta idea y en Jack eras un inolvidable niño con cuerpo de hombre. Poco a poco te llegaron los reconocimientos pero el mayor mérito para mí y supongo que para otros muchos, es que en tiempos de VHS fueras capaz de reunir a familias de medio mundo en torno al televisor y las hicieras reír y emocionarse a partes iguales. Travestido de una adorable viejecita inglesa, bailando como una locaza el "We are family" o poniendo voz a un locuaz genio en Aladdin dabas muestras de tu gran vis cómica y nos regalabas papeles que nunca olvidaremos. 

Por eso quiero darte las gracias. Gracias por hacernos felices, gracias por tu trabajo.

Nos vemos en tus películas.

martes, 5 de agosto de 2014

Begin again: la música como tabla de salvación


En este páramo que es la cartelera veraniega, en lo que a buenos estrenos se refiere, (especialmente en ciudades más pequeñas) siempre alegra toparse con una película que si bien no es una obra maestra ni lo pretende, te contagia tan buenas sensaciones como Begin Again. Estamos ante la primera producción estadounidense del irlandés John Carney, quien sorprendió a público y crítica con Once (2006), película que rechazaba el formato de musical impostado y teatral y que, por el contrario, con un presupuesto ínfimo y actores no profesionales, apostaba por una historia sencilla que sobresalía por saber transmitir el amor por la música que sentía su pareja protagonista (Guy y Girl).  

Pero ya no estamos en Once y las calles de Dublín han sido sustituidas por un Nueva York colorido y vitalista en donde Keira Knigthley pasea en bicicleta y luce mocasines y pantalones a lo Diane Keaton, además de todo tipo de prendas como sacadas de una revista de moda enfocada al público femenino más hipster (o si prefieren evitar neologismos innecesarios, a las modernas de toda la vida). En ese marco tan cinematográfico será donde el destino, en forma de canción, una a Gretta, una chica británica que solo compone para ella y su gata (Keira Knightley), y a Dan un desastrado productor de discos en horas bajas (Mark Rufallo) que ve en ella a un diamante en bruto. 
La ciudad de Nueva York, una protagonista más en Begin Again

El momento de su mágico encuentro, narrado con saltos de tiempo que aportan originalidad al relato, marcará un antes y después en las vidas de sus protagonistas; dos personas heridas a las que le une la pasión por la música, entendida ésta en su composición musical como un proceso creativo sin presiones ni imposiciones de una industria voraz y en su versión más universal, como el arte capaz de provocar sentimientos tan dispares como la alegría o la pena, y de inmortalizar un momento aparentemente banal (el símil de la música de Casablanca es muy acertado). 

De la fusión musical de ambos surgirá una relación redentora para él, de auto descubrimiento para ella, que sortea caer en clichés románticos pero que sabe ser emotiva a su manera (esos auriculares dobles dan mucho juego). Todo ello contado por Carney de forma bonita, agradable, sin prisas, con pinceladas de humor y brochazos de optimismo y esperanza. Un cóctel que conduce inevitablemente a que salgas del cine con una sonrisa y tarareando las canciones de su banda sonora, algo que también sucedía en Once. Buena parte de ese mérito lo tiene el reparto, especialmente sus principales intérpretes, un Mark Ruffalo al que parece irle de seda con este tipo de papeles y una Keira Knightley que se despoja de trajes de época y se atreve a cantar las canciones que escribe su personaje. Del plantel de secundarios destaca la alegría que aporta el personaje de James Corden.

Pero como siempre o casi siempre hay algún pero, no le faltará razón a quien manifieste que este segundo acercamiento a la música y al proceso creativo de ésta, resulte menos sincero en su planteamiento que Once por cuanto abiertamente Begin Again es un trabajo comercial y nada artesano, sin querer ni mucho menos decir con esto que sea inferior en calidad a su predecesora. 

Carney, ex integrante de una banda musical, no se arriesga demasiado y busca repetir una vez más la fórmula anterior pero esta vez con un presupuesto mucho mayor, con estrellas de renombre e ídolos musicales invitados (Adam Levine, el cantante de la banda "Maroon 5" que debuta en el film) y aliviando la carga de drama social que tenía su anterior propuesta. En definitiva, acerca al gran público temas que ya trató anteriormente como por ejemplo: el poder sanador de la música, la gestación de un álbum por artistas cuyo fin no es el mercantilismo ni la gloria personal o la asimilación de la fama. Esto último si bien no estaba en Once sí se trataba en ese documental llamado The Swell Season que surgió a posteriori y que contaba como el éxito afectó de manera diferente a la pareja protagonista de Once (Glen Hansard y Marketá Irglóva). 

Once, una película que rompió muchos clichés asociados al musical


En Begin Again también encontramos una crítica a una industria en donde como dice el personaje de Rufallo "escasean las perlas" y que apuesta por el éxito inmediato y aquel que pueda reportarle mayores beneficios. Son tiempos de niñatos endiosados y de promoción tuitera, pero como se plantea en el film hay vida más allá de eso. 

En definitiva, una película para melómanos, anti alérgicos de Keira Knightley (si no, llevaréis mal que ponga morritos cantando) y para todos aquellos que en general busquen una melodía cargada de buen rollo.

Lo mejor: La química de su pareja protagonista. Su banda sonora (sí, Keira tiene una voz bonita con y sin arreglos), las magníficas vistas y enclaves de Nueva York. Las escenas de grabación de las canciones, perfecta combinación entre localizaciones exteriores y música. La secuencia en donde Dan y Gretta pasean por Times Square escuchando música...

Lo peor: Catherine Keener está algo desaprovechada. Que el personaje de Mark Rufallo siempre encuentre aparcamiento (que estamos en Nueva York!!)



¿Y tú que opinas? Te dejamos con la playlist de la película en Spotify (cortesía de E-One  Films Spain)